Para cuando no me quede de los días mas que el respirar, me detendré en el primer charco del camino y comenzaré a remar. Y me dejaré arrastrar por las olas, sin ánimo de atravesarlas. Y no observaré el color de los destellos que emite el sol al rebotar en la escama del pez. Y remaré lento, sin desperdigar el mas mínimo asomo de energía. Y permaneceré firme, sin torcer las velas, siempre al mismo objetivo. Y tan solo me maravillaré al contemplar la finitud del perfecto y ahora alcanzable horizonte .
Por ahora, continuaré remando en contra de las olas más fuertes; pintaré cada destello en un lienzo memorable; correré por los caminos más empedrados, derrochando toda energía; cambiaré de rumbo infinitas veces, por innumerables caminos; y aún seguiré maravillandome del paso de la vida por el tiempo, rumbo al horizonte.