lunes, 11 de octubre de 2010

Hoy escribo para nadie.

Me empeñé en seguir al tiempo, por descubrir mi destino,
y descubrí a la misma tonta dando vueltas sin sentido,
tropezando con la misma piedra a mitad del camino
como si fuera la primera, como si diera lo mismo.

Decidí no escucharte, decidí hacer caso del refrán,
decidiste acomodarte en mi lado del sofá.
Mis oídos comenzaron a tragar, pues cada frase
que decías no era necia, era verdad.

Y así fue como comenzó este sucio desfase,
así fue como consegui yo acostumbrarme
a dar vueltas con el centro de tu ombligo, sin razón,
a tropezarme con la punta del abismo de tu edredón.

Y ahora estoy acostumbrada
a escribir sin medir nada,
a rimar sin sentido, a escribir con pocas ganas.
O a escribir, mejor dicho
pesimista, como un bicho
que nunca consiguió ser mariposa.
Esto es lo que queda, es ya poca cosa.

Mañana despertaré, si entra el Sol por mi ventana,
y si veo que no entra, se me irán todas las ganas
de andar por el camino, el camino hacia tu casa.
¡Y a llorar un rato hundida en la bañera!.

Que salga el Sol a mis espaldas,
ya no me mueve nadie, ya soy una cualquiera,
ya no te utilizo para llorar cuando lo necesito,
ahora tengo una excusa nueva.

martes, 5 de octubre de 2010

Sigue la corriente.

Si todos se van... ¡YO TAMBIÉN!

Cuando llueve durante diecisiete años.

Me acostumbré a vivir pendiente de todo, pero cuando todo se oxida se rompe la cadena y caes al suelo.

Todos me advirtieron, pero nadie me enseñó a sostenerme por mí misma, en lugar de ir colgada de eslavón en eslavón. Me fuí a lo cómodo, al dejarse llevar, al agarrarme a los que aseguraban ser más fuertes. Pero por muy fuerte que se sea, si llueve te mojas, y si te mojas te oxidas. Y para eso no hace falta saber mucho de ciencias. Basta con el sentido común, y dónde mejor se aprende es en el campo.

Me acostumbré a ver siempre lo positivo en las cosas cercanas y lo negativo en las más lejanas. Pero, aún así, conseguí ver lo positivo incluso en lo lejano. Y esque cuando la vida te sonríe, lo hace con cara de niño. Y así es imposible apreciar lo negativo. Todo torna a positivo e incluso optas por inventártelo.

Y de tanta carga positiva acabaré estallando. ¿Por qué lo sé?, porque lo he visto. De echo... no todos los eslavones se rompen por oxidación. Los más fuertes consiguen cubrirse de la lluvia, de capota el corazón.

Aunque quizás yo no estalle, ni me oxide, ni ceda... No soy un eslavón. Entonces... solo queda esperar.