domingo, 20 de marzo de 2011

Mariano García Alguacil


Hasta luego cocodrilo, no pasaste de caimán.

No sé.

No desafíes, si sabes que perderás la apuesta.
No corras, si ya no te quedan fuerzas.
Nunca preguntes, si no quieres oír la respuesta.

No vuelvas al ring, cuando has tirado la toalla.
No quieras volar, si ya no tienes alas.
Nunca hables, cuando todo el mundo calla.



No intentes ver algo, si está todo a tientas.

No mires al cielo, si sabes que hay tormenta.
Nunca digas algo, si vas a incumplir la promesa.

No trates de hacer lo imposible, tampoco lo difícil, ni si quiera lo sencillo.
Haz lo que venga, lo que toque, lo que esté descubierto y no conlleve una responsibilidad mayor a tus capacidades.

jueves, 17 de marzo de 2011

Cuando se te olvida una galleta.

Hoy me siento mal.
Como esa galleta rota en tu bolso. Esa galleta que olvidaste que guardaste para más tarde, para disfrutarla en otro momento, para pegar mordisquitos de felicidad.
Pues ahora se ha roto. Se ha roto en mil migajas que lo llenan todo, que se cuelan por todos lados, por cada pespunte, por cada cremallera, por tu vida entera.
Y tú tuviste cuidado, la guardaste con precaución, la hiciste un búnquer de algodón.
Pero esa galleta quería ser libre, quería vivir más allá de la cremallera, ver la luz que ocultaba la pared de tela.
O bien prefería morir, no aguantó ser galleta y pensar que la iban a comer.

Y ayer, al meter la mano para coger un pañuelo, descubrí mis dedos llenos de algo especial, de sabrosas miguitas, miguitas que me recuerdan que, algún día, esa galleta estuvo allí, esperando, haciéndome feliz con el sueño de un futuro crujir.

Pero hoy no me importa, he cogido otro paquete de galletas y me las comeré por el camino.