viernes, 9 de diciembre de 2011

Del algodón al cemento

Algunos tratan de ser de esas personas que afirman que por cada vez que caen deben levantarse después. Pero yo no me caigo, no sólo tropiezo, yo me tiro de cabeza contra el suelo. Y si intento levantarme hay alguien que se encarga de volver a empujarme. ¿Acaso no debería acostumbrarme a vivir pegada al suelo? De tantas veces que me he caído, tirado o me han empujado, ya estoy acostumbrada a su dureza, a su frialdad en invierno y su ardor en verano.

Al final parece que el camino que todos seguimos para alcanzar la felicidad es el de adaptarnos al medio en el que vivimos, con pequeños instantes sobre las nubes.
Lo malo es que si yo subo a las nubes, caer al suelo otra vez es mucho más doloroso.

lunes, 5 de diciembre de 2011

El monstruo que ocupó tu sitio debajo de mi cama.

Desde que no estás tengo miedo. Miedo a hablar y equivocarme. Y si no puedo hablar, no puedo decirte todo lo que quiero:

Podría decirte que te echo de menos, o directamente que te quiero. Quizás, para hacerlo más bonito, podría decirte que sin ti no vivo. Para ser más concreta, podría decirte que el sol sale a las doce de la noche si te veo venir, pero que se vuelve una simple farola si te detienes a 10 metros de mí y la bombilla se funde si encima no me miras. Si me vuelvo realista, podría decirte que mi imaginación se desarrolla en torno a cómo saludarte si apareces por la pantalla de mi ordenador; que noto más golpes en mi pecho por segundo desde que me respondes el saludo y que, cuando te vas sin decirme "te quiero" le rompes la lógica de la rutina a mi cabeza y además, se me estropea el corazón. Si prefieres mi parte sensible, podría decirte que no veo el azul del cielo, mis labios no sienten calor, no escucho lo que quiero, no beso lo que siento y sólo conozco un olor. Si te gustaba cuando era tonta, podría decirte que duermo abrazada a ti desde mi cama, que busco tu colonia en las perfumerías, que me sé de memoria todas tus fotos... en verdad no son tonterías, me las dejé en tus manos.

Podría decirte cosas infinitas, cosas imposibles, hablarte del futuro, recordarte el pasado... pero la verdad es algo muy difícil, que mucha gente sabe y pocos se atreven a decir. Y yo tengo miedo, por eso te pido que vengas en mis sueños para que estés conmigo y se me pase. Y de repente te veo, y voy corriendo, me atrevo y te cuento todo y quiero gritar que te quiero. Pero todo el mundo sabe que es imposible gritar en los sueños.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Lo esencial es invisible para los OJOS

Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante
El Principito, Antoine de Saint-Exupéry.


No sé que es peor si mis "sin querer" o tus "a propósitos"; que te apuñalen una vez por la espalda o veinte a la cara; al que un día le cegó la luz o el ciego que no quiere verla.

Si siento que no se llenan mis pulmones y me cuesta respirar es porque me acostumbré a que tu olor formara el ochenta por ciento del aire que respiro. Ni el mejor de los platos puede alimentarme la mitad de lo que lo hacías tú. Por las noches te imagino, pienso que estás al otro lado de la cama pero no recibo más calor que el de las sábanas; ni los sueños quieren que te encuentres conmigo. ¿No ves que si desapareces tan rápido de mi vida me muero? No respiro, no como, no duermo. Y no hace falta que te diga que sin tí no sonrío.
Porque resulta que mis días se construían sobre tí y yo no me dí cuenta que siempre estabas ahí, sacando lo mejor de mí http://diminutaspalabras.blogspot.com/2010/12/el-pitido-del-silencio.html
http://diminutaspalabras.blogspot.com/2010/10/hoy-escribo-para-nadie.html
http://diminutaspalabras.blogspot.com/2010/08/uno-y-uno-siempre-fueron-dos.html
http://diminutaspalabras.blogspot.com/2010/07/interpretame-mal-yo-te-entendere-bien.html
http://diminutaspalabras.blogspot.com/2010/05/diferentes-pensamientos-de-un-amor.html para finalemente convertirte todo tú en mi vida toda. Y yo que no ví todos mis http://diminutaspalabras.blogspot.com/2010/04/blog-post.html

Yo, que me consideraba una persona fuerte, feliz, sensible, risueña... y me estoy descubriendo de una manera que no me gusta, no me entiendo, puede que me haya convertido en algo peor, pero sin tí no puedo ser yo.
Jamás imaginé un dolor peor que éste, porque sé que te has ido y sé por qué; porque no es que no puedas volver, es que no quieres; porque te veo pero no puedo mirarte a los ojos; porque deje de importarte; porque no necesites recordar; porque hiciste promesas que ya no quieres cumplir. Porque tu cariño era mi bien más preciado, mi corazón para seguir, y yo solita lo he destrozado pensando que no era así.
Ojalá se muriera mi esperanza aunque ahora es lo único que me hace feliz.

De los errores se aprende y si yo no he aprendido nada quizás no fueras un error. Yo no me cansaré de repetirtelo, pero no te canses de querer escucharlo.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Hay que joderse

¿Qué pasa cuando decides que no quieres seguir? ¿Quién se encarga de empujarte y hacerte caminar? Si te duele  dentro.

Quizás la mejor opción sea lavar el corazón, meterlo en agua con detergente, y todo solucionado. Pero si no tienes cuidado al dejarlo secar, puede que se quede petrificado como un pañuelo de papel.


¿Y si no sabes qué hacer? No se puede preguntar a una margarita cuando es invierno.

lunes, 10 de octubre de 2011

Necesidad

Para dejar de llorar, cierra los ojos, consigue que nada salga, que se quede todo dentro.



Ahora imagina... imagina que estás lejos, que todo es verde y de color azul, que con sólo abrir los pulmones eres capaz de atrapar todo el aire del lugar, que huele a nuevo, a libre, a salvaje, a vida.
Ahora siéntate allí, abre los ojos a ese lugar, que todas tus lágrimas caigan allí, que el sol seque tus mejillas. Abre una mano, siéntela cerca, deja que te acaricie, invítala a sentarse a tu lado y ella lo hará. Encuentra su sonrisa, busca su voz y respira su olor. Abre la otra mano, nota su fuerza, deja que te agarre para que no puedas caer, probablemente él permanezca de pie.

Y de repente ya está, ya no duele, se han ido, allí no podían entrar, Ella no los dejó pasar. Y respiras, y sonríes, y te sientes flotar. Puede que sigas llorando, pero por cada lágrima salada, tres tienen azúcar.

Ojalá no despertases nunca.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Entre las dos hojas en blanco del final del cuento, justo antes de la tapa.

Pérdoname si ahora prefiero no pensar en tí, pensar que en que te conocí y creer que eran más bonitas las flores de tu camino. No supe apreciar el cielo azul que había detrás de tu cara, ahora sólo quedan nubes que me recuerdan que es casi invierno. Y empieza a hacer frío, pienso en algo cálido, algo que me de su abrigo... y otra vez tú. Tú y tus manos, tú y tus brazos, tu pecho, tu ombligo, mi espalda... y un escalofrío que me recuerda que de eso ahora nada, que ahora toca olvidar y seguir adelante.
Pero actúo como un perro con un collar de castigo delante de un plato de comida del que le han dado a probar, pero ahora no es hora de comer.

Mejor me rindo, agacho la cabeza y encuentro a mis manos, veo a su lado el fantasma de las tuyas que me agarran, estiran mi brazo y forman un arco, tan alto como el de un castillo. Me acercas a tí y consigues que pase por debajo: ahora soy tu princesa, de diadema tu sonrisa, con tus dos ojos de diamantes. Pero alguien grita "¡cambio de pareja!" y pierdo a mi príncipe y tú a tu princesa.
Me encierro lejos, en mi torre, desde aquí las palomas mensajeras no conocen tu nombre. Por eso, permíteme odiarte, porque no coges tu caballo y vienes a rescatarme, cumples tus promesas y me llevas lejos, donde tú puedas gritar y yo quererte sin pensar, dejar de ser y ser feliz.

Pero tranquilo, todo esto es imposible, por eso lo escribo, yo sólo puedo quererte y que estés conmigo, para que me cuentes tu cuento, seguro que es bonito, como todo lo que haces y lo que yo me imagino.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Monica se desahoga de nuevo.


Hay que vacíar la papelera, tiene demasiadas cosas dentro. Y no todo es basura, parece que quienes tiraron todo eso no sabían reciclar. Es tanto lo que contiene que todo junto parece una maraña, una bola de cosas sin sentido. No trates de buscar la lógica, no tiene razón de ser, es una maraña, y mucho menos intentes deshacer el nudo, es completamente imposible; alguien quiso intentarlo más de una vez, pero está demostrado, lo cojas por donde lo cojas, es imposible.



-Lo necesito, necesito acabar con esto, demasiadas cosas malas, y no se compensa con las 4 cosas buenas.
Cuando parece que todo va a ir bien, que has encontrado el motivo de tu felicidad, todo se desarma. Y es que tengo que dejar de imaginarme momentos felices, de pensar que todo irá bien, porque no siempre es así. A veces el destino puede contigo. También tengo que dejar de pensar en el destino.
   Si ya lo dice la gente: no es oro todo lo que reluce. Pero el problema es que en verdad nada relucía, era yo que me lo imaginaba.
Como cuando pensé que tus ojos brillaban cada vez que hablabas conmigo, cada vez que me mirabas; para nada, en verdad era el reflejo de los míos. Como cuando pensé que esa muestra de interés hacia mi día a día significaba que querías seguir adelante, seguir al día, seguir viviendo; ni mucho menos, era la necesidad de saber una última noticia, de dejar un bonito recuerdo, de despedirte, por cumplir. O como cuando pensé que dominaba mi vida, que podía hacer lo que quisiera, porque nadie me lo iba a reprochar; pero no me dí cuenta de que eso significaba utilizar a los demás para mi propia saisfacción y eso, eso es pecado.

Así pues, me he cansado de cometer tantos errores, creo que ya he madurado lo suficiente por ahora, prefiero seguir con mi inocencia y no aprender a base de palos, no más. Siento que tengo que empezar algo nuevo, algo bueno, que borre todo lo anterior, o que por lo menos lo difumine, o que tenga tanta carga positiva que me haga ver todo esto como un bonito recuerdo de mi inmadurez.

Parece que al final no me até bien los cordones, me tropecé y caí de boca contra el suelo. Pero al menos eso me ha servido para librarme de correr, todos sabemos que nunca me ha gustado correr.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Me ato los cordones

Ya está, lo he decidido: correré en línea recta, aunque el camino sea largo. Y puede que quizás esto me aleje de tí por un tiempo, pero el mundo es redondo y algún día volveré a encontrarte. Y si el verme marchar te asustó y decidiste darme la espalda, podrás verme llegar y permanecerás con los brazos abiertos, preparado. Si no es así, y aún al verme marchar decidiste esperarme, apareceré por tu espalda con el mejor de los abrazos, y tú, sin poder verme, sabrás que soy yo, porque nunca nadie había conseguido encajar sus brazos alrededor de tu cuerpo.

miércoles, 27 de julio de 2011

Me obligas a sonreir.

Todo alrededor era hermoso, como si fuera el mejor cuento de hadas.
Por ver que tú eras un príncipe, quise ser la mejor princesa, pero otro se encargó de recordarme que nunca supe llevar corona. Tampoco he conseguido adaptarme al trono.
Pero justo entonces me hiciste ver la realidad, y descubrí que no eras un príncipe, que eras mucho más.


Por eso, prométeme que vendrás a por mí, que haremos mil cosas juntos, que me enseñarás a ser feliz. Sólo promételo, que ya veremos como hacemos que se cumpla.


Se acabó el cuento de hadas, tuvo el más bello final, con pájaros tirando flores y orquesta real. Ahora toca vivir la vida, y sería más bonita si viviéramos juntos. No hace falta olvidar el pasado, sólo dejarlo atrás. Yo iré pensando en cosas que hacer juntos, me conformo con que tú pienses en mí. No hace falta ir de la mano, solo ir, y tampoco compartir helado, solo compartir.


Por eso, prométeme que vendrás a por mí, que haremos mil cosas juntos, que me enseñarás a ser feliz. Sólo promételo, que ya iremos viendo cómo cumplir.

Perdí el sentido del tacto, creo que tú lo has encontrado al final de tus manos. Me veo en la obligación de compararlo todo. El café me sabe amargo, ya no me emborracho. Conozco el infinito, pero no puedo mirar a los ojos. He dejado de caminar por no estar más lejos de tí. Y muchas cosas más que aún no sé explicar.


Por eso, prométeme que vendrás a por mí, que haremos mil cosas juntos, que me enseñarás a ser feliz. Sólo promételo, que ya iremos viendo cómo cumplir.


 
Dime todo lo demás.

martes, 28 de junio de 2011

Un recuerdo 18,2011. Adiós.

Un latido marcado, sin ritmo acelerado, pero marcado. Que atraviesa el pulmón, tres costillas, el pecho y el pezón. Ya lo sabe, está aceptado, pero hay que oírlo, no hay necesidad, pero hay que oírlo. Y lo oye, lo escucha. Una voz inesperada, una cara familiar, que nunca había visto, jamás. No se derrumba, sabe lo que tiene que hacer, corre a paso lento, decidido. Y se ve diciendo lo que antes escuchó.
No duele, sólo está, ahí, dentro.
Pasos, es él. Una silla deja de sentir calor, camina. El peso de otra persona aplasta el suyo, y se ve fuerte, y se siente orgullosa. Una nueva figura en ella. Unas llaves, un motor, un camino.
Una carretera, un parque, una lágrima. Aguanta.
Sol...campo...flores...tierra...verja.

Ascensor, piso 13, puerta. Paredes blancas, esquina, pasillo, esquina, silencio, puerta, silencio, gente, familia. Un latido, pumpum, dos latidos, hola, pumpum, tres latidos, pum...abrazo...pum, cuatro latidos.

Valor, ¿valor?, seguridad, lo normal, puerta, pasillo, enfermeras, un llanto callado. La puerta, una cama, cortina, tras la cortina: LUZ. Ella, ella, él, ella, hola a todos, él.
Un latido, pumpum.... ¿?....nada. Sonrisa, es él, está, él. Una caricia, dos, tres, sonrisa, cuatro, es él, sigue ahí.
Sigue ahí.
Sigue ahí.
Se le llevan, otra prueba, no, ninguna más.
Lloran, no hay más, nada más.

Te ves venir, no es tuyo, pero está en tí, pero no es tuyo. Sale, no es tuyo, rabia, no eres tú. No quiero drogas. Y sale. Falta alguien. Y es normal, no hay nada más.
Coche, más coches, otro coche. San Isidro. Pradera, sin gente, convertida en parque, vacío.
Y está ahí, sigue ahí, no se ha ido.
Noche.
Sigue ahí, está ahí. Amigos. Gente, mucha gente, demasiada, que se vayan. Sigue ahí.
Contenida, explota, un golpe en el cristal, diez golpes sobre tí, no eres tú. Reproches, calma conocida inesperada.

Y se va.
Coches, más coches, el coche... SIGUE AHÍ, ESTÁ AHÍ, MÍRALE!. Se va.
Campo, montaña, muro, verja. HA VUELTO, es...él...está...ahí. Sol, mucho sol. Calor...frío...está...ahí.
Tierra, palas, flor, tierra, corre, flor, cuerdas. Tierra, tierra, tierra, tierra, BASTA!.
Piedra, palanca, despacio, demasiado despacio, BASTA!, me ahogo, te ahogas, me ahogo, te ahogas... te...ahogas...te ahogas... me ahogo. Adiós...¿?...¿?...¿¿¿¿????. ¡¿NO?!

Mano sin fuerzas sostiene flor delicada recién arrancada, es decir, muerta. Pies arrítmicos que un día bailaron... pero ya no. Pisas sin querer un apellido que vive, seguido de un nombre muerto. Piedras olvidadas. Recargamiento de santos, fotos curiosas. Pero todo se ve blanco. Gafas de sol, una lágrima en la mejilla, dos en la barbilla, dieciocho esperan en el corazón. Zarajos dentro de tí. Una voz. Dos voces. Un grito. Muda. Un hoyo, tierra, dos palas, una piedra, una caja. ¿Dónde está? Sabes dónde debería estar. Habla, hazte oír. Quieres y no puedes, te ayudan, y la flor cae dentro. Ceño fruncido, morros fruncidos.

Y se quedó para siempe, seca, con asombro, sin entender nada.

martes, 3 de mayo de 2011

Dalí, Miró. Surrealismo.


Hoy no escribo, no sé, esto es todo. Si en un futuro soy famosa, esto es digno de estudio, y entra en Selectividad a jóvenes de 24 años, no tendrá mayor complicación para ser descifrado.

sábado, 16 de abril de 2011

Me indigno y escribo tonterías. Tomo 134

Alguien me dijo que cuando quisiera algo cerrase los ojos fuertes y lo gritara con todas mis fuerzas. Pues bien, ahora me llaman la Muda Loca y veo el mundo entre lucecitas de colores.
Siempre me han dicho que cuando quiero algo, muevo cielo y tierra y siempre lo consigo. Pero la realidad es que el cielo sigue arriba, la tierra abajo y mi casa llena de murciélagos dormidos.

Detesto que me hayan inculcado el "si quieres puedes" y la "nada es imposible". Nadie se encarga de buscar explicación a la muerte, muchos han conseguido atrasarla pero nadie se atreve a solucionarla, solo los soñadores, y entonces hacen una película porque necesitan dinero.

Por lo visto alguien me apuntó a clases intensivas de comprensión y análisis del pasar de los años y su fin. Como tesis propongo la complicación que resulta al no saber a quién llorarle, por quien ponerte triste, en quien pensar cuando necesitas llorar para la escena de la muerte principal del personaje, a quien atribuirle tus éxitos mientras miras hacia arriba. Sí, estoy dando pena, voy de víctima, pero es la ventaja que tiene estar de luto, nadie te reprocha nada.

Las enfermedades, una vez pasado el tiempo, dejan de dolerte, te vas recuperando. Esto no, esto aparece años después, cuando ya no te acuerdas, cuando haces limpia en el cajón, o cuando te tropiezas, o cuando pasas por allí, o cuando te llega el olor, y vas a dar con ese jabón que huele a ella, con esa frase que decía él, con el nombre de ese pez que nadie sabe y él te enseñó. Y entonces te tiembla la barbilla y ya no comes, y todo es emborrona, y se te duermen las piernas, y te duele el brazo.
Y olles pasos por detrás y se derrepente se te pasa. Y te hacen reír y no te duele.

Entonces, piensas que tienes manía bipolar, pero a él también le pasa. Y piensas que aquel hombre no estaba enfermo, tan solo fue valiente, tan solo un día no pudo más y lloró con ganas y al rato, alguien le hizo reír hasta que le dolió la tripa. Y entonces él está loco. A los locos los encierran, porque son felices, y en el fondo nadie quiere ser feliz. Si todos fuésemos felices, nadie podría ser más feliz que otro, y entonces la gente que tiene la vista fijada por en cima de los hombros (y de los hombres) no se distinguirían de los demás, y podrían matar a alguien.

Así que, ya está, ahora piensas en otra cosa y se te pasa. Y mañana, te despertarás y nadie se acordará de nadie.

La pareja del café.

Un café moderno en una calle vieja. Mobiliario con reciente olor a barniz y chirridos de cargas durante años. Un cuadro de Charlie Chaplin junto a otro de los Beatles. Pantalla de LED con vídeo en blanco y negro. Olor a café de casa de la abuela en cafetera de George Clooney. Sonido digital envolvente de canciones de la gramola sin enchufar del rincón. Asientos con tejido rococó comprado en Julián Lopez. Aspecto sencillo y acogedor de enorme presupuesto. Odiaría estos sitios que tratan de unir el futuro con el pasado sin importarles que se coman todo el tiempo entre medias, pero los ojos que miran esa pequeña boca que habla sin sentido mientras piensa lo suave de la mano que acaricia su dedo índice impidiendo que dé otro sorbo a su café, me invitan a pensar en el presente.
Yo me iré cuando pida la cuenta, pero ellos seguirán hablando del pasado mientras ambos, sin saberlo, piensan en el futuro. Y el propietario del café tendrá razón. Y yo cambiaré de sitio, a pesar de que el café lo servían con una galleta recién hecha.

domingo, 20 de marzo de 2011

Mariano García Alguacil


Hasta luego cocodrilo, no pasaste de caimán.

No sé.

No desafíes, si sabes que perderás la apuesta.
No corras, si ya no te quedan fuerzas.
Nunca preguntes, si no quieres oír la respuesta.

No vuelvas al ring, cuando has tirado la toalla.
No quieras volar, si ya no tienes alas.
Nunca hables, cuando todo el mundo calla.



No intentes ver algo, si está todo a tientas.

No mires al cielo, si sabes que hay tormenta.
Nunca digas algo, si vas a incumplir la promesa.

No trates de hacer lo imposible, tampoco lo difícil, ni si quiera lo sencillo.
Haz lo que venga, lo que toque, lo que esté descubierto y no conlleve una responsibilidad mayor a tus capacidades.

jueves, 17 de marzo de 2011

Cuando se te olvida una galleta.

Hoy me siento mal.
Como esa galleta rota en tu bolso. Esa galleta que olvidaste que guardaste para más tarde, para disfrutarla en otro momento, para pegar mordisquitos de felicidad.
Pues ahora se ha roto. Se ha roto en mil migajas que lo llenan todo, que se cuelan por todos lados, por cada pespunte, por cada cremallera, por tu vida entera.
Y tú tuviste cuidado, la guardaste con precaución, la hiciste un búnquer de algodón.
Pero esa galleta quería ser libre, quería vivir más allá de la cremallera, ver la luz que ocultaba la pared de tela.
O bien prefería morir, no aguantó ser galleta y pensar que la iban a comer.

Y ayer, al meter la mano para coger un pañuelo, descubrí mis dedos llenos de algo especial, de sabrosas miguitas, miguitas que me recuerdan que, algún día, esa galleta estuvo allí, esperando, haciéndome feliz con el sueño de un futuro crujir.

Pero hoy no me importa, he cogido otro paquete de galletas y me las comeré por el camino.

viernes, 7 de enero de 2011

Puedes estar tranquilo.

-Antes de que te vayas, quiero que lo sepas todo. Así que ten: un beso y un abrazo. Y son para tí, enteritos solo para tí, sé que no los compartirás con nadie más. Llévalos contigo todo lo que puedas, cuando te pesen mucho suéltalos, tranquilo, no me voy a molestar por ello. Eso sí, te pido que los dejes en el aire, flotando, sé que no te será difícil, pues para ello hace falta delicadeza -el aire es tan frágil- y tú en ese momento la tendrás.
Pero... ¿por qué lloras? Tranquilo, allí donde vas te estarán esperando, te guiarán y alcanzarás la felicidad eterna. ¿cómo?¿que es por mi? ¡Pero si yo estaré bien! Aquí tengo gente que me quiere y me cuidarán tanto cómo tú. Desde luego que no te olvidaré... ¿y qué más dá que ya no te vea? ¿Esque acaso tú no pensabas en mí cuando aún no había nacido? Creeme, puedes estar tranquilo, la memoria hace milagros cuando es el amor quién la guía... eso lo aprendí con uno que también se fue hace poco, y lo confirmé contigo.

Sí, te prometo que cuidaré mucho de la abuela, sí, de mi madre también...
Pero a mí quién me cuida...
No, nada, que me voy ya, adiós abuelo.-

Y entonces empezó a ver todo un poco borroso, notó la presión en la cabeza, la nariz roja y el tembleque de su barbilla. Desgraciadamente esa sensación la conocía perfectamente, así que se giró rápidamente aguantando la sonrisa en la cara y salió de la habitación. Y ahí estaba, la lágrima callendo de la pestaña a su mejilla, cómo si fuese la primera. Pero el escozor al pasar por la mejilla la recordó que no era nada nuevo, que esto ya se lo sabía, que podría repetir los diálogos como en la mejor película.
Y de nuevo lo notó: otros pies que caminan por ella, otros ojos para ver, otra boca para hablar. Pero ninguno sullo, ninguno exacto, ninguno que coincida: los pasos muy largos, los ojos cansados, las palabras contrarias. Pero al fin y al cabo es tu familia, no debes rechazarlo, y tampoco puedes.
Mil palabras de consuelo, mil reflexiones sin sentido, todos hablan del destino y ninguno sabe su descripción. Si ya antes esas frases no servían, ahora aún menos: no lloraba por la incertidumbre, por impotencia, por ver el fin, por la falta, por la necesidad, por, en fin, ver la muerte pasar. No, esta vez no, esta vez lloraba porque había mentido a su abuelo.

Por primera vez en la vida había dado al espalda a la verdad, se había negado a sí misma y había asumido aquello que siempre la habían repetido: "Es mejor no saber, la felicidad reside en la ignorancia." Y su abuelo no había ido a la escuela.



Entonces, Mónica habló -¡CALLAROS TODOS! Ninguno sabeis qué es el destino, no lo sabían los clásicos menos aún vosotros ¡panda de incultos!. ¡Y no tía, no me da la gana parar de llorar,¿esque acaso tú puedes?! No me da la gana admitir que "la vida es así", porque precisamente vosotros me habéis enseñado a reir. Tampoco era su hora, ¿quién lo dijo?¿esque os enterasteis todos menos yo?¿quién os avisó de ello? ¡NADIE! Y tú, "ya era mayor, peor hubiera sido que hubiese sido alguno de tus primos", ¿por qué no vas y le dices eso a la abuela?. ¿Para qué tengo que ser fuerte?¿Para levantar el cadáver de mi abuelo? Pues no soy fuerte, nunca lo he sido, ¡sé fuerte tú!. Y, por si ninguno os habías enterado, mi abuelo aún está vivo, y yo sé que va a seguir vivo, no se va a morir, no se puede morir, sería muy cruel por su parte, digan lo que digan los médicos.- bajó los ojos y siguió sentada. Qué pena que mientras habló tuviese la boca cerrada, nadie pudo oírla.

Del vértigo a la caída.

Sucesión de reflexiones, sentimientos o simples palabras que conllevan mis desgracias. Todo ello diminuto, cuando el sol se apaga.

Te vuelves supersticiosa cuando a un raro hecho le siguen una sucesión de acontecimientos que no son de tu agrado.

*
Siempre me han dicho que las piedras del camino hay que sobrepasarlas, y yo, obediente, siempre las he saltado, rodeado, escalado, traspasado, siempre las he superado, aprendiendo de cada herida, de cada caída que me han supuesto. Ahora las piedras son peñones, y aún así siguen empujándome a superarlas.
Pero dime, ante un precipicio, ante un barranco, ante una caída libre de la que veo el fin, ¿debo seguir superándolo? Porque esta vez no tengo heridas, no encuentro la enseñanza, el escarmiento.

Yo me he lanzado, pero esque... no sé si sigo cayendo o ya he llegado al suelo.

*
Entonces ¿esto qué es?: ¿el destino que marcan los dioses; las moiras, parcas o nornas que me tienen manía; el Ying y el Yang, la energía, la suya, la mía; la reencarnación, un alma sin actos; el tiempo elíptico, el lineal; un castigo o muchos a la vez; Dios, la Naturaleza...?

*