sábado, 26 de junio de 2010

No sabes cuanto te quiero, como siempre.

Se despertó, como todas las mañanas, con su olor impregnado en todo lo que le rodeaba y en todo él. En su pelo, en su almohada, en sus manos, en sus sábanas, en las cosas que, en fin, eran de los dos.
Como siempre, era el segundo en levantarse, y el último en toda su casa. Con los ojos aún cerrados, se fue al baño. Al bajarse los pantalones del pijama, su cabeza volvió a la noche anterior, mismo gesto, distintas manos. Y sonrió, media sonrisa. Restos de carmín por el lavabo, la recordó, con el pelo recogido sin pensar, correteando por toda la casa, buscando su pintalabios rojo, ese tan caro, con cuidado de no tocar nada con las manos por miedo a destrozar la manicura...Le encantaba observar esa escena desde el sofá, cada sábado por la noche, como siempre.
Un bostezo durante un pasillo. Sobre unos pies rendidos, vagos pasos que le empujan a la cocina, última habitación del apartamento, diminuto, su pompa de jabón, por las noches universo, por las mañanas carretera infinita bajo el sol de verano. Mismos cuadros, los que ella pintó desnuda sobre la cama; mismas paredes, en las que ella se apoyó, pues agarrarse a su espalda no fue suficiente para tenerse en pie; mismo suelo, cama muchas veces de pasiones irrefenables por las noches, y dulces masajes por las mañanas; todo como siempre. Y de nuevo, recordó la noche anterior y completó su sonrisa. Le hizo gracia ver como poco a poco ella había conseguido encajar en su vida, era increíble, y que aún así, con tantas cosas nuevas, todo siguiera siendo como siempre.

Bostezó de nuevo, impulso incontrolable.
Y por un momento deseó que algo rompiese esa rutina, pues era todo tan igual, que había cosas de las que ya no se daba cuenta, que ya no apreciaba, que ya le cansaban, y deseaba ver qué pasaba, deseaba volver a experimentar esa sensación que sintió cuando ella llegó.
Pero recién levantado no se piensa bien, y los deseos se pueden confundir con los sueños, y los sueños siempre son confusos. Y ese deseo le impidió ver que no olía a tostadas y champú, que la radio no estaba puesta con el volumen bajo para no despertarle, que no había ropa sucia en el cesto de la ropa, que la cocina estaba vacía.
Pero si se dió cuenta cuando pisó el suelo descalzo y no encontró el calor de otras pisadas más pequeñas, como siempre. El frío del suelo recorrió todo su cuerpo, cortando la respiración y abriendole los ojos. Su sonrisa se congeló para cuartearse despues.

Una nota:"Lo siento..." dos palabras que le atravesaron la cabeza, como dos flechas lanzadas con precisión."Lo siento" qué le habría hecho escribir eso. No quiso saberlo, se negó a leer más, pero ya era tarde, siempre es igual, a todos nos sucede lo mismo, por mas que te niegues a leerlo, los ojos siempre quieren más, y a no ser que los cierres, acabarás leyéndolo.

Y leyó: "...Lo siento mucho, no sabes cuánto te quiero, con todo mi corazón, y eso nunca va a cambiar. Pero si me voy es por tí, sé que odias esta situación, nunca quisiste que me instalase en tu casa, que me instalase en tu vida... de echo, nunca quisiste conocerme... Fuí yo la que me empeñé en saber tu nombre, saber quién eras, y que tú supieses quien era yo. Parece mentira, pero creo que tú sabías que esto pasaría, me costó dos horas hablar contigo... No sabes cuanto te quiero. Sé que al principio los dos sabíamos que no pasaría nada más, que sería algo pasajero, ninguno esperamos que fuera a llegar a este punto. Y entonces me colé en tu casa, sin pedir permiso, tan sólo lo hice, quizás debimos hablarlo, pero a los dos nos gusta seguir nuestros impulsos, y nunca hemos pensado nada. Todo lo que hemos querido, lo hemos hecho, y no sabes cuanto te quiero por ello. Pero yo no tube ningún derecho a quedarme aquí, en tu casa, ordenandolo todo, ocupando tu cama, abarcando tu baño, dejándo mis restos por ahí sin tener cuidado. Imponiendo mis manías, mis ideas, como dormir en el suelo del pasillo, tenías razón, era una estupidez porque luego siempre te dolía la espalda y sé que mis masajes no los calmaban. El suelo de tu habitación está ahora lleno de pintura por mis ideas de pintar cuadros. Y poco a poco rompí con tus rutinas, impuse las mías, cree otras nuevas, y sé cuanto te gusta mantener tu rutina, te descolocas si cambia... y yo no quiero continuar perdiéndote por acabar con tu rutina. Así que me voy, me voy para que puedas seguir con tu vida, como siempre.
Gracias por intentar encajarme, solo quiero que sepas que yo te voy a seguir queriendo, te querré, como siempre."

Silogismo improvisado.

Por qué siempre un desamor va precedido de una lágrima, y esa de otra.
Quizás porque nos demos cuenta de algo, quizás porque descubramos la verdad de todo, que lo anterior, lo vivido, ese amor, era mentira.
Y entonces, si al romperse un amor se descubre una verdad... ¿Es el amor un engaño?
Una mentira... Y la mentira nunca es buena, equivale a un pecado.

Pero cometer un pecado es un acto de fe. Si no se tubiese fe, no sería un pecado. Y ser partícipe de un pecado es imprescindible para llegar a realizarse sobre la fe de uno mismo.

Por lo tanto, el amor, aun siendo engaño, nos muestra la Verdad, pues es todo lo contrario, y no hay mejor manera de conocer algo que saber con exactitud lo que no es.

sábado, 19 de junio de 2010

El campo en mi ventana.

Yo tenía un campo en mi ventana, con un huerto cultivado y mil flores que nacieron sin haber sido plantadas. Pero ayer granizó y el huerto quedó hecho un desastre.

Hoy he ido a verlo, con cuidado de pisar sobre las piedras y no sobre las flores. Al volver, mis ojos estaban empantanados y sin ver, he pisado algunas .

Ahora, mirando detrás del cristal de mi ventana, descubro que las flores que pisé estaban verdes; y las piedras sobre las que caminé eran techo de flores, ahora son lápidas.

No sé si repararlo...¡que se lo coman las hormigas!