Desde que no estás tengo miedo. Miedo a hablar y equivocarme. Y si no puedo hablar, no puedo decirte todo lo que quiero:
Podría decirte que te echo de menos, o directamente que te quiero. Quizás, para hacerlo más bonito, podría decirte que sin ti no vivo. Para ser más concreta, podría decirte que el sol sale a las doce de la noche si te veo venir, pero que se vuelve una simple farola si te detienes a 10 metros de mí y la bombilla se funde si encima no me miras. Si me vuelvo realista, podría decirte que mi imaginación se desarrolla en torno a cómo saludarte si apareces por la pantalla de mi ordenador; que noto más golpes en mi pecho por segundo desde que me respondes el saludo y que, cuando te vas sin decirme "te quiero" le rompes la lógica de la rutina a mi cabeza y además, se me estropea el corazón. Si prefieres mi parte sensible, podría decirte que no veo el azul del cielo, mis labios no sienten calor, no escucho lo que quiero, no beso lo que siento y sólo conozco un olor. Si te gustaba cuando era tonta, podría decirte que duermo abrazada a ti desde mi cama, que busco tu colonia en las perfumerías, que me sé de memoria todas tus fotos... en verdad no son tonterías, me las dejé en tus manos.
Podría decirte cosas infinitas, cosas imposibles, hablarte del futuro, recordarte el pasado... pero la verdad es algo muy difícil, que mucha gente sabe y pocos se atreven a decir. Y yo tengo miedo, por eso te pido que vengas en mis sueños para que estés conmigo y se me pase. Y de repente te veo, y voy corriendo, me atrevo y te cuento todo y quiero gritar que te quiero. Pero todo el mundo sabe que es imposible gritar en los sueños.