lunes, 10 de octubre de 2011

Necesidad

Para dejar de llorar, cierra los ojos, consigue que nada salga, que se quede todo dentro.



Ahora imagina... imagina que estás lejos, que todo es verde y de color azul, que con sólo abrir los pulmones eres capaz de atrapar todo el aire del lugar, que huele a nuevo, a libre, a salvaje, a vida.
Ahora siéntate allí, abre los ojos a ese lugar, que todas tus lágrimas caigan allí, que el sol seque tus mejillas. Abre una mano, siéntela cerca, deja que te acaricie, invítala a sentarse a tu lado y ella lo hará. Encuentra su sonrisa, busca su voz y respira su olor. Abre la otra mano, nota su fuerza, deja que te agarre para que no puedas caer, probablemente él permanezca de pie.

Y de repente ya está, ya no duele, se han ido, allí no podían entrar, Ella no los dejó pasar. Y respiras, y sonríes, y te sientes flotar. Puede que sigas llorando, pero por cada lágrima salada, tres tienen azúcar.

Ojalá no despertases nunca.