viernes, 7 de enero de 2011

Del vértigo a la caída.

Sucesión de reflexiones, sentimientos o simples palabras que conllevan mis desgracias. Todo ello diminuto, cuando el sol se apaga.

Te vuelves supersticiosa cuando a un raro hecho le siguen una sucesión de acontecimientos que no son de tu agrado.

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Siempre me han dicho que las piedras del camino hay que sobrepasarlas, y yo, obediente, siempre las he saltado, rodeado, escalado, traspasado, siempre las he superado, aprendiendo de cada herida, de cada caída que me han supuesto. Ahora las piedras son peñones, y aún así siguen empujándome a superarlas.
Pero dime, ante un precipicio, ante un barranco, ante una caída libre de la que veo el fin, ¿debo seguir superándolo? Porque esta vez no tengo heridas, no encuentro la enseñanza, el escarmiento.

Yo me he lanzado, pero esque... no sé si sigo cayendo o ya he llegado al suelo.

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Entonces ¿esto qué es?: ¿el destino que marcan los dioses; las moiras, parcas o nornas que me tienen manía; el Ying y el Yang, la energía, la suya, la mía; la reencarnación, un alma sin actos; el tiempo elíptico, el lineal; un castigo o muchos a la vez; Dios, la Naturaleza...?

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