Hoy me siento mal.
Como esa galleta rota en tu bolso. Esa galleta que olvidaste que guardaste para más tarde, para disfrutarla en otro momento, para pegar mordisquitos de felicidad.
Pues ahora se ha roto. Se ha roto en mil migajas que lo llenan todo, que se cuelan por todos lados, por cada pespunte, por cada cremallera, por tu vida entera.
Y tú tuviste cuidado, la guardaste con precaución, la hiciste un búnquer de algodón.
Pero esa galleta quería ser libre, quería vivir más allá de la cremallera, ver la luz que ocultaba la pared de tela.
O bien prefería morir, no aguantó ser galleta y pensar que la iban a comer.
Y ayer, al meter la mano para coger un pañuelo, descubrí mis dedos llenos de algo especial, de sabrosas miguitas, miguitas que me recuerdan que, algún día, esa galleta estuvo allí, esperando, haciéndome feliz con el sueño de un futuro crujir.
Pero hoy no me importa, he cogido otro paquete de galletas y me las comeré por el camino.
Eres una asesina de galletas!!!!
ResponderEliminar