viernes, 9 de diciembre de 2011

Del algodón al cemento

Algunos tratan de ser de esas personas que afirman que por cada vez que caen deben levantarse después. Pero yo no me caigo, no sólo tropiezo, yo me tiro de cabeza contra el suelo. Y si intento levantarme hay alguien que se encarga de volver a empujarme. ¿Acaso no debería acostumbrarme a vivir pegada al suelo? De tantas veces que me he caído, tirado o me han empujado, ya estoy acostumbrada a su dureza, a su frialdad en invierno y su ardor en verano.

Al final parece que el camino que todos seguimos para alcanzar la felicidad es el de adaptarnos al medio en el que vivimos, con pequeños instantes sobre las nubes.
Lo malo es que si yo subo a las nubes, caer al suelo otra vez es mucho más doloroso.

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