Un café moderno en una calle vieja. Mobiliario con reciente olor a barniz y chirridos de cargas durante años. Un cuadro de Charlie Chaplin junto a otro de los Beatles. Pantalla de LED con vídeo en blanco y negro. Olor a café de casa de la abuela en cafetera de George Clooney. Sonido digital envolvente de canciones de la gramola sin enchufar del rincón. Asientos con tejido rococó comprado en Julián Lopez. Aspecto sencillo y acogedor de enorme presupuesto. Odiaría estos sitios que tratan de unir el futuro con el pasado sin importarles que se coman todo el tiempo entre medias, pero los ojos que miran esa pequeña boca que habla sin sentido mientras piensa lo suave de la mano que acaricia su dedo índice impidiendo que dé otro sorbo a su café, me invitan a pensar en el presente.
Yo me iré cuando pida la cuenta, pero ellos seguirán hablando del pasado mientras ambos, sin saberlo, piensan en el futuro. Y el propietario del café tendrá razón. Y yo cambiaré de sitio, a pesar de que el café lo servían con una galleta recién hecha.
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