El agua no posee la capacidad de adaptación a cualquier forma. Intenté llenar con ella el vacío que me dejaste y lo único que hizo fue desbordarse, además no era suficiente para llenarlo.
Aunque quizás sea culpa del vacío, pues no he conseguido llenarlo con nada. Ni llenarlo ni cubrirlo, intenté hacerle una bolsita de lana, aunque quizás la culpa fue de la bolsita, que estaba mla hecha, pues nunca aprendí a hacerlas, eras tú la que me iva a enseñar. Te dejaste promesas incumplidas, eso es lo que más me duele. No cumpliste con tu palabra, y yo confiaba en tí. Y al marcharte te llevaste esa confianza y el ochenta por cierto de mi capacidad esperanzadora. Es más, desde entonces no tengo muy claro que es el concepto de felicidad. Siento algo que se le parece, pero estoy segura de que no es felicidad.
Creo que tú tienes la culpa de que no haya desarrollado del todo la memoria. Quizás porque la emplee toda en recordarte, y ahora no consigo recordar nada más. Incluso empiezo a no recordarte a tí. Y me siento mal, y no deberia, tu no tubiste ningun reparo al marcharte, no se te ocurrió pensar en mí, en la falta que me ivas a hacer.
Y toda esta infinitud de reproches-que se traducen en odio y rencor y esas cosas malas- se contradice y pierde su credibilidad al ver que todo lo que escribo lo escribo por tí, que fuiste tú la que me abriste los ojos a este maravilloso mundo que es la literatura, me hiciste apreciarla tanto como tú. Pero quizás la aprecia porque en ella te veo reflejada a tí.
Y así consigo transformar el dolor que me causaste en una diminuta belleza a traves de unas diminutas palabras escritas con rayitos de Sol.
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